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domingo, 1 de noviembre de 2015

Rafaél Alfonzo Ravard y su sentido de eternidad

Rafaél Alfonzo Ravard y su sentido de eternidad




Rafaél hizo las cosas, no solo con mucha vision histórica, sino con sentido de eternidad”.

Luis Ugalde, en “Un hombre, Una historia”, página 24, Universidad Católica Andrés Bello, Caracas, 2004))

La larga vida de Rafaél Alfonzo Ravard (1919-2006) le permitió llevar a cabo actividades importantes en múltiples sectores del país: como militar, empresario privado, gerente público, mecenas de la educación, defensor de los religiosos y, no lo menos importante, como esposo ejemplar y modelo ciudadano. Fué lo que se denomina un hombre del renacimiento, debido a la latitud de sus intereses intelectuales y científicos y a su avasallante cultura. A esto contribuyó su educación, parte en Venezuela, parte en Boston (MIT), parte en la Escuela Superior de Guerra (París), así como sus extensos y variados viajes, frecuentemente en compañía de su esposa.

Cuando tuve la oportunidad de trabajar a su lado, en Petróleos de Venezuela, pude constatar su excepcional dimensión intelectual. Una mañana llegó a una reunión de nuestra junta directiva y, desviándose un poco de la Agenda para el día, procedió a comentar un libro sobre Entropía que estaba leyendo en el momento. En ese monólogo inicial relacionó la segunda ley de la termodinámica con los procesos gerenciales que pueden observarse en una empresa. La empresa tenderá a la entropía, apuntó, a menos que podamos gerenciarla con vision de futuro y con mucho vigor institucional. En otra ocasion, almorzando con él en su oficina, ayudándolo a preparar un discurso que debía dar esa semana, hablamos de un cuento favorite de  Isaac Asimov ( “La Última Pregunta”, 1956), una bella e inquietante alegoría. Alonzo Ravard era muy religioso pero también muy orientado hacia lo técnico, por lo cual pareció atraerle mucho esa interpretación que hace Asimov en esa historia,  del creador del universo como un todopoderoso computador. “Gran intuitivo, ese Asimov”, me comentó pensativo.

Su esposa de toda la vida, Corina Wallis, nos dice en la publicación arriba citada que Alfonzo Ravard “nunca fué antipático”. Admite, si, que fué un hombre introvertido. Yo casi me atrevería a decir que fué tímido, por lo cual se refugiaba en la lectura y tendía a huír de las grandes reuniones sociales. Posiblemente su aire aristocrático y sus maneras que podían lucir algo distantes eran un mecanismo de defensa. En una ocasion me invitó a su casa, lo cual consideré un especial honor y me enseñó algunos de sus libros y los lienzos que adornaban las paredes de su hogar. Consideré esa invitación como un premio a mi labor en la empresa. Siempre me trató con un afecto que percibí  como casi paternal, ya que perdonaba mi actitud frecuentemente irreverente en las reuniones de junta directiva.

El General de Brigada e Ingeniero Victor Maldonado Michelena, mi apreciado primo, escribió un resúmen de la carrera militar de Rafaél Alfonzo Ravard y destaca que llegó a ser Jefe del Estado Mayor de la Cuarta Sección en la década de los cuarenta, aun muy jóven,  y ascendido a general de brigada en 1964. Sin embargo, esa carrera militar, aunque muy exitosa,  fue empequeñecida por sus logros en la gerencia pública. Es muy difícil y probablemente innecesario tratar de establecer si su mayor logro fué como conductor de la CVG y del programa de desarrollo integral de Guayana o como Presidente de Petróleos de Venezuela. Ambas tareas fueron no solo exitosas sino llenas de obstáculos formidables a vencer. El denominador común de su éxito en ambas tareas fue su clara determinación de impedir la politización en las empresas, como lo dice el ingeniero Rodolfo Tellería. Aunque en Guayana Alfonzo Ravard hizo camino al andar, a PDVSA pudo llevar la experiencia de Guayana y aplicar las mismas o similares recetas que lo llevaron al triunfo en Guyana. Esas recetas las condensó en cinco lineamientos: Normalidad Operativa, Autosuficiencia Financiera, Gerencia Professional, Apoliticismo y Meritocracia.
Con Betancourt y Pérez Alfonzo, en Guayana

Rafaél Alfonzo me reclutó como colaborador para algunas tareas específicas. Su Secretario era Ivan Sigurani, un jóven extremadamente competente, mientras que su asesor politico era José Giacopini Zárraga, con quien se sentía muy a gusto. A mi, joven miembro de la directiva y el único  activo en los asuntos de la industria, me seleccionó para ayudarlo a preparar sus discursos. Su primera instrucción fue que en cada discurso incorporara esos cinco lineamientos. “Gustavo: ellos deben ser martillados sin cesar, deben convertirse en nuestro mantra y en una especie de segunda naturaleza para nuestros directores y gerentes”. Nos dice Ana Teresa Rodríguez que, al hacerse cargo de Alfonzo Rivas y Compañía ( 1983-1998), Alfonzo Ravard implantó allí similares lineamientos, a saber:  Ética, Meritocracia, Capacitación Permanente, Gerencia respetuosa y responsable  y Relaciones armoniosas con la comunidad.   

Al inicio de su presidencia en Petróleos de Venezuela Alfonzo Ravard no tenía claros todos los índices cuantitativos más importantes tales como reservas, producción acumulada, años de desarrollo de la industria, etc. Simplificando un tanto le recomendé tener en cuenta el número 40. Las reservas estaban en unos 40.000 millones de barriles. La producción acumulada en el siglo XX se aproximaba también a los 40.000 millones de barriles. Lagoven tenía un 40 por ciento de la producción. El desrrollo claro de la industria tendría unos 40 años. Giacopini Zárraga se divirtió mucho con este número “mágico” y comentó: “Y cada 40 años Venezuela tiene un hombre fuerte al mando”

Recuerda Edgar Leal que, a fin de minimizar los riesgos de politización en PDVSA, Alfonzo Ravard le pidió al Presidente Carlos Andrés Pérez que se pronunciara sobre este tema ante la industria. Nos reunimos los directores y los presidentes de las filiales coordinadoras con Pérez en el muy modesto salón de conferencias que se había habilitado para la empresa en el noveno (o era el octavo?)  piso de Lagoven. Sentados todos en sillas plegables de metal, de esas que se usan en los matrimonios y velorios, CAP nos dijo: “Si alguna vez les llega a ustedes una carta o memo mío, o de mis ministros, recomendando a alguien para ingresar a PDVSA, hagan  lo siguiente…” y, arrugando una hoja de papel, la lanzó en el cesto de la basura.  Esto funcionó por bastante tiempo en PDVSA debido al prestigio de RAR.

Apunta Corina, su esposa, que Rafaél Alfonzo Ravard se confesaba torpe con las manos y por ello rehusó su sugerencia de coleccionar estampillas. Esa falta de destreza manual frecuentemente existe en personas de gran desarrollo intellectual. Parece que el desarrollo motor y el desarrollo intellectual pertenecen a dos campos diferentes del cerebro o, que al menos, la predilección por un tipo de actividad condena a la otra actividad a permanecer sub-desarrollada. Por supuesto, manejar bien a CVG y PDVSA fueron mucho más importantes para Venezuela que lo que hubiese sido para RAR coleccionar estampillas.

 lfonzo Ravard estuvo presente en la vision, conceptualización y ejecución de los programas de Guayana. No exageramos al decir que los soñó, los planificó y los ejecutó, en especial los relacionados con el desarrollo hidroeléctrico del Río Caroní. Esta continuidad de dirección ha sido poco común en Venezuel, país en el cual cada nuevo gobierno se trae a “su” gente y hace tabula rasa con los planes del gobierno anterior.  RAR estuvo a cargo de las empresas de Guayana desde 1960 hasta 1974. Ese año, nos dice tellería, Carlos Andrés Pérez lo retiró de la presidencia de CVG explicando en privado que lo hacía porque quería cambiar políticas dentro de la CVG que no podría cambiar si RAR continuaba allí y que tenía otros planes para él (PDVSA). Dice Tellería que eso demostraba el respeto que el sector politico le tenía. En efecto, con la salida de RAR se inició un lamentable ciclo de politización en la CVG que la ha llevado hoy a la ruina.

En PDVSA pude servir de Coordinador, bajo su dirección, del proceso de racionalización que llevó el número de empresas filiales de 14 a 4 en unos dos años. Este fue un proceso complejo, hecho possible por la “autoritas” de Alfonzo Ravard y por la disciplina y sentido del deber de la gerencia professional de la industria.  Aunque existieron algunas posiciones “políticas”, en especial sobre el papel que debería jugar la CVP en el proceso, lo que prevaleció fué  el desprendimiento, hasta sacrificio por parte de gerentes de muy alto nivel que luego debieron desempeñar tareas menos importantes. No se podían mantener 14 presidentes o 14 juntas directivas. Muchos de esos funcionarios de alto nivel en sus empresas fueron a gerencias intermedias en las 4 empresas racionalizadas. Y lo hicieron con un gran sentido de la responsabilidad, porque aceptaban el liderazgo de Alfonzo Ravard y porque el proceso fué llevado a pulso, con intercambio de mucha información y mucha participación. Las reuniones eran constantes.  En especial, los presidentes de las filiales fueron fundamentales en ese proceso, al dejar de lado ambiciones personales en aras de un resultado óptimo. Por ejemplo, el 16 de septiembre de 1976 el Dr. Guillermo Rodríguez Eraso, presidente de Lagoven, me envió un Memo sobre las recomendaciones que él y su colega Alberto Quirós, presidente de Maraven, habían elaborado conjuntamente en relación con el proceso. Debido a esa decidida colaboración el presidente de PDVSA, RAR, le pudo comunicar al Ministro Valentín Hernández Acosta, en Memo PVP 76/174 de Noviembre 1974 : “ el Directorio de Petróleos de Venezuela ha aprobado la primera fase del proceso de racionalización de la industria nacional del petróleo” y, en anexo, detallaba el progreso del proceso. Es importante notar que esta era una notificación al ministro sobre una decision del Directorio de PDVSA, no era un pedido de instrucciones de PDVSA al Ministro sobre el proceso. Desde entonces son muchas las cosas que han cambiado, para mál, en nuestra industria petrolera y en nuestro país.    

 La silenciosa influencia benéfica de Rafaél Alfonzo Ravard  en el campo educativo se expresó a través de su constante apoyo al Colegio San Ignacio (su padre había sido el redactor de los estatutos del Colegio) y a Fé Y Alegría. En Guayana promovió la creación del Colegio Loyola, el cual sería un tremendo éxito. Es muy hermoso que Alfonzo Ravard pactó  el pago de los terrenos dados al Colegio para construír sus aulas en términos de becas para los estudiantes.

RAR fue Presidente de Fé y Alegría y no brevemente sino durante varias décadas.
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Estas notas sobre la gigantesca obra venezolana de Rafaél Alfonzo Ravard  tienen un doble propósito: (1), el de contribuír a mantener su memoria en la conciencia de los venezolanos y promover su nombre para alguna obra importante en la región guayanesa, a la cual tanto le dió; y, (2), ilustrar el perfil de un insigne servidor público, para que sirva de inspiración al nuevo gobierno cuando deba seleccionar a los venezolanos para las posiciones de máxima responsabilidad dentro de la administración pública.
Los funcionarios públicos venezolanos deben tener credenciales, no prontuarios. Las credenciales deben ser profesionales pero también éticas. Su responsabilidad debe ser con el país, no con un hombre o un proyecto político. Deberán saber decir que no a los intentos de politizar o corromper la actividad. En ese inmenso erial que es hoy en día nuestra funcion pública deberemos plantar de nuevo las semillas de los Alfonzo Ravards, de los Gonzalez Lander, de los hombres y mujeres  quienes han dado lustre a nuestra gerencia pública y contribuído efectivamente al progreso nacional.