191101231206 Perez Jimenez y el Dr Pulido Mendez ~ .

jueves, 9 de octubre de 2014

Perez Jimenez y el Dr Pulido Mendez



El general Marcos Pérez Jiménez, quien por diez años fungirá  como  el  hombre fuerte del  24 de noviembre de 1948  , fue junto con su hermano mayor Juan, de los más aplicados y sobresalientes oficiales egresados de la escuela militar de Venezuela en el primer quinquenio de los años treinta del pasado siglo.
Marcos Pérez Jiménez, quien siguiendo los pasos de su hermano mayor, ingresó a la escuela de formación de oficiales en 1931, se destacó siempre como el primero en los estudios, lo que le otorgó un liderazgo indiscutido entre sus compañeros de curso. Sin embargo una circunstancia poco conocida estuvo a punto de frustrar su carrera castrense, y paradójicamente fue el general Eleazar López Contreras ministro de Guerra y Marina del  general  Juan Vicente Gómez, quien se las ingenió para desatender una instrucción del recio  jefe de Estado y lograr mantener al cadete Pérez y a su hermano Juan, ya subteniente, dentro de la institución castrense.
El hecho, que hubiera cambiado el rumbo de la historia , tuvo que ver con las andanzas del hermano menor de la trilogía de los Pérez, Francisco, quien a diferencia de los otros dos no sintió atracción por la carrera militar y termino encaminando su vocación hacia el estudio y el ejercicio del derecho. Siendo muy joven, en 1934, Francisco Pérez Jiménez, fue contactado en la fronteriza población de Cúcuta, por un exiliado venezolano el Dr. Manuel Antonio Pulido Méndez, quien convenció al párvulo estudiante, de introducir a Venezuela de manera clandestina propaganda contra  el gobierno  del General  Juan Vicente Gómez.
El inexperto Francisco Pérez Jiménez, es detectado en una alcabala del Táchira y se le decomisan los panfletos entregados por Pulido Méndez. Al abrir las autoridades las averiguaciones sobre el detenido, se establece que el mismo tiene dos hermanos integrados a la institución militar el subteniente Juan y el cadete Marcos, el propio dictador, celoso como era del control del ejército, se impone de la situación, y en la cuenta con su ministro de Guerra y Marina general Eleazar López Contreras, le solicita información sobre los Pérez Jiménez militares, y lo conmina a excluirlos de las filas de la institución, alegando según sus propias palabras que no eran “buena hierba”.
El ministro López Contreras, frente al requerimiento inquisidor del dictador le manifiesta que “los dos jóvenes eran buenos oficiales y no había queja de ellos y además le señaló, usted ha dicho que quiere un ejército técnico formado por buenos militares de escuela, y esos dos muchachos han hecho un esfuerzo grande, Juan, el mayor es un subteniente muy apreciado, y el menor que es Marcos, términó este año sus estudios en la academia como el primer alumno”. Gómez, insiste en la orden de darlos de baja, pero no quiere restar autoridad al general López en quien ha delegado el conocimiento de los asuntos militares, y finalmente le deja en el aire una advertencia: “ya verá que si usted no acata mi instrucción, el tiempo le demostrara que yo tengo razón”.
López Contreras, utilizando la discrecionalidad que el dictador le ha delegado para implementar su orden, opta por proteger la carrera de sus dos paisanos tachirenses, preservando de esta manera la permanencia y ascenso del futuro dictador en las filas de la institución castrense. En 1952, luego del grotesco fraude que contra el resultado electoral de las elecciones convocadas para elegir una Asamblea Nacional Constituyente, perpetrará el ahora general Pérez Jiménez, quien dará inicio a una dictadura represiva y abierta; el Dr. Manuel Antonio Pulido Méndez, quien se desempeñaba como embajador del gobierno militar ante el Vaticano, renunciará públicamente expresando su desacuerdo con el escamoteo electoral cometido.
Al llevarle su ministro de Relaciones Interiores Laureano Vallenilla Planchart, el texto de la misiva del diplomático renunciante, el recién iniciado dictador recordará el episodio que tuvo a punto de sacrificar su carrera militar diciéndole “Ese Pulido estuvo a punto de interrumpir la carrera de mi hermano Juan y la mía, al encomendarle unos papeles comprometedores, en Cúcuta, a Francisco, el menor de nosotros. El muchacho fue arrestado y enviado a la cárcel. Se abrió una averiguación, Juan y yo estábamos en Maracay, ignorantes de todo aquello. El general Gómez, dispuso darnos de baja, pero López Contreras abogó por nosotros, nuestra conducta había sido siempre irreprochable. El asunto concluyo allí, usted comprenderá que no puedo guardar un buen recuerdo de Pulido Méndez”.

Cuando el general López Contreras, fue detenido, enviado al exilio, requisado humillantemente en Maiquetía y luego confiscados sus bienes, tras el golpe cívico-militar del 18 de octubre de 1945, cuyo cerebro castrense fue el mayor Marcos Pérez Jiménez, debió seguro recordar la advertencia que con toda su zamarrería le hiciera el General  Juan Vicente Gómez, al verlo defender con encono y demostrar renuencia a cumplir la orden de excluirlos del ejercito “Ya verá que si usted no acata mi instrucción, el tiempo le dirá que yo tengo razón”.

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