sábado, 12 de septiembre de 2015
Influencia prusiana en el ejército venezolano.
Samuel Mc Gill
Influencia prusiana en el ejército venezolano.
Antecedentes
Con la guerra franco-prusiana (1870-1871), Francia deja de ser considerada una potencia militar, para que Prusia asuma ese rol. La táctica cerrada y uniforme del conde Helmut von Möltke se convirtió, desde ese momento, en ejemplo a seguir entre muchos ejércitos a nivel mundial. Por supuesto, siempre se busca imitar al vencedor. En Latinoamérica, la primera misión militar prusiana llegó a Chile, en 1885. Su éxito fue tan rotundo en la reorganización del ejército chileno, que varios países de la región decidieron imitar la lección. Entre ellos Venezuela.
En la época que llega la primera misión prusiana a esta región, Venezuela se encontraba en un permanente estado de guerra civil, con caudillos como arroz, con un ejército casi inoperante, con generales muy vistosos pero incapaces. El general Antonio Guzmán Blanco, entonces Presidente de la República y uno de esos “vistosos”, había tratado de poner un poco en orden al ejército, adoctrinándolo al estilo francés. Pero no lo logró, puesto que cada caudillo que llegaba al poder traía su propio ejército de montoneros, y nunca se concretaba una organización de un verdadero ejército de la República.
Castro y Gómez
Esta situación de desorden va a cambiar a partir de 1899, cuando Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez llegan al poder producto de una de las tantas “revoluciones” que nos azotaron. Los caudillos regionales, despojados del poder, se aglutinaron para formar una rebelión llamada “Revolución Libertadora” en 1902, financiada por empresas extranjeras. Castro se dedicó a combatirla ferozmente, y logró derrotarla un año más tarde en la Batalla de Ciudad Bolívar (julio de 1903), con la conducción de Gómez. A partir de ese momento, tanto Castro como Gómez entendieron la necesidad de fortalecer, modernizar y adecuar al ejército venezolano que sirviera como apoyo a la República, no al servicio de un caudillo.
En 1903, Castro ordena la creación de la Escuela Militar y la construcción de su sede, el Castillo de La Planicie.Se hacen algunos adelantos en la materia, pero que se ven interrumpidos por los acontecimientos políticos. En 1908 Castro es derrocado por su compadre Gómez, comenzando así una nueva etapa en la historia de Venezuela.
Y de esto no escapó el ejército.
Comienza la reorganización
En 1910 es inaugurada la Escuela Militar en su sede de La Planicie por el Presidente Gómez. La intención de profesionalizar al Ejército Nacional ya estaba patente. Es en ese momento cuando Gómez autoriza la llegada de una misión militar de instrucción, encabezada por el Coronel chileno Samuel Mc Gill, quien cumplirá un papel preponderante en esta reorganización.
El Coronel Mc Gill, nombrado Instructor General del Ejército Nacional, junto con el Inspector General del Ejército, General Félix Galavís, se dedica a formar a los futuros oficiales venezolanos desde la Escuela Militar, donde el chileno también ejercía el cargo de Comandante del Cuerpo de Cadetes. De esta rígida formación saldrán muchos oficiales, más o menos actualizados en el arte de la guerra moderna, inclusive dos de ellos llegaron a ser, aunque no del mismo modo, Presidentes de la República: Isaías Medina Angarita (promoción de 1914) y Marcos Pérez Jiménez (Nº 1 de la promoción de 1933). Mc Gill, de formación netamente prusiana, imprime al ejército el sello característico del modelo prusiano del casco de penacho y el paso de ganso. Esto, completado por la conocida germanofilia del Presidente Gómez, viene a consolidar la influencia de la escuela prusiana en el ejército venezolano. Tanto estaba imbuido Mc Gill en el arte prusiano, que un historiador lo llamó “el más prusiano de los prusianos del Ejército Nacional” (Carlos Pérez Jurado, en su ensayo “Gómez, gomecismo y Ejército Nacional”, página 13).
En sus memorias, el Coronel Mc Gill hace unos comentarios que reflejan la situación del ejército venezolano cuando llegó:
“Desde la época gloriosa de las guerras de la Independencia, en que el Ejército de Venezuela paseó victorioso su bandera por todo un Continente, el Ejército había ido degenerándose hasta el punto de apenas ser digno de este nombre, todo por las constantes conmociones políticas, en que se veía envuelto constantemente el país. Se mantuvo la institución en tal atraso y abandono, que en la mayoría de los cuarteles los soldados dormían en el suelo por carecer de camas, los edificios destinados a tales fines carecían de toda clase de confort para la vida de las tropas. Se les mantenía en la mayor ignorancia, eran masas analfabetas. Para su aseo corporal eran llevados a los ríos más cercanos y allí aprovechaban para lavar las ropas que llevaban puestas, las secaban al sol y luego esperaban para volvérselas a poner. No usaban zapatos, sino alpargatas; los zapatos sólo se ponían incidentalmente, en el caso de tener que rendir honores a algún personaje nacional o extranjero o para asistir a algún entierro decretado por la superioridad militar. La oficialidad, como uniforme, llevaba generalmente una blusa azul abotonada en el cuello, por debajo un chaleco, el pantalón muchas veces era civil, la cabeza cubierta por un pequeño kepis, estilo francés y terciado en el hombro un machete que colgaba de una banda de tela tricolor como de 10 centímetros de ancho. Este cuadro no podía ser más desalentador para el espíritu de un buen patriota”. En 1913 se crea la Oficina Técnica Superior del Ejército, la cual se va a encargar de la elaboración de la doctrina militar, la organización y la instrucción del ejército. Mc Gill formó parte de ella.
Se decreta el Reglamento de Uniformes del Ejército en 1912, en el cual se establecieron tres uniformes: gala, diario y campaña. La confección era del más riguroso estilo alemán: en el uniforme de gala predominaba el color de fondo: el azul de Prusia; en el de diario, el color era de dril kaki o gris; y en el de campaña predominaba el color verde aceitunado. Las alpargatas (calzado rudimentario usado por los campesinos en Venezuela, referidas por Mc Gill ut supra) lentamente son sustituidas por los zapatos, pero no totalmente. Por esta razón, y por el hecho de la “prusianización” del ejército, el escritor venezolano José Rafael Pocaterra llamó a los soldados venezolanos de esa época “la Kultur en alpargatas”.
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