Charles Spencer Chaplin nació un 16 de abril de 1889 en Londres. Chaplin no es sólo el vagabundo del sombrero bombín, es uno de los grandes hacedores de la máquina de sueños que es el cine. En Huellas Digitales recordamos la vida, pasión, obra y relación con el Perú -y no sólo con las galletas que llevan su nombre- de este maestro del Sétimo Arte a 125 años de su nacimiento.
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Bigotes de escobilla, pantalones anchos, saco raído y bastón en mano. Un sombrero bombín corona a este hombre que camina cual pingüino. En blanco y negro aparece serio o riendo, pero siempre con la mirada cálida y melancólica de quien sabe qué es lo que sufre el chico que acaba de adoptar. Sin proponérselo, Charles Chaplin había creado al personaje con el que el mundo entero lo amaría.
Hannah Chaplin, su madre, se convirtió en su gran inspiración. Cantante y comediante en teatros británicos, Hannah alegraba a sus hijos Charlie y Sydney hasta en los días más tristes. Cuando su salud mental comenzaba a decaer, su voz se resquebrajó. El pequeño Charlie tuvo que sustituirla rápidamente en una actuación, él sólo tenía 5 años.
Del señor Charles Chaplin se conoce que también fue cantante cómico y que falleció a los 37 años a causa del alcoholismo. Casado con Hannah en 1885, se separó de ella cuando Charlie tenía alrededor de un año.
De las calles a los escenarios
Junto a su hermano mayor Sydney, quien se convirtió en su figura protectora, pasaron frío y hambre. Sería con él con quien se unirían a pequeños teatros y aprenderían a valerse por sí mismos.
Actor de nacimiento, el primer gran paso en su carrera fue en 1907, año en el que fue contratado por la compañía de espectáculos de Fred Karno. Con este grupo de pantomima llegó en 1910 a Estados Unidos, donde vivió hasta 1952, año en que fue deportado. En 1914, la productora Keystone estrenó “Making a Living” o “Charlot, periodista”. En el filme aparecía un guiño de lo que sería su entrañable personaje, un caballero elegante con monóculo y sombrero. Este se iría afinando en “Kid Auto Races At Venice” o “Carreras de autos para niños”, del mismo año.
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El hombre
Chaplin era un hombre inteligente que siempre buscaba aprender nuevas cosas. Su dura infancia marcó su vida, no le gustaba la Navidad ya que le recordaba su niñez triste. Pero cuando ya era famoso, iba a buscar mendigos para regalarles dinero.
Aunque por lo general fue tímido, las multitudes lo esperaban en cada lugar que llegaba. Tampoco gustaba de las fiestas, ni beber, siempre prefirió la soledad. Sin embargo, compartió su vida con cuatro mujeres.
La primera fue Mildred Harris de 16 años, con quien se casó en 1918, tiempo después nació su primer hijo, pero sólo logró vivir tres días. En medio de escándalos, se divorciaron dos años después.
El personaje ‘El ángel de la tentación’ en la película “El chico”, también de 16 años, se casó con Chaplin en 1924: era Lita Grey. Con ella tuvo dos hijos: Charles Jr. y Sydney Earl. Esta unión también tuvo un dramático final en 1927.
Con Paulette Goddard todo fue diferente. El tercer matrimonio de Chaplin se concretó en 1936 y duró hasta 1942, año en que se separaron amistosamente. Goddard había actuado en “Tiempos modernos” y “El gran dictador”.
Pero sería con Oona O’Neil con quien encontraría la verdadera felicidad. Oona de 18 años se casó con Charlie de 53 años y en una relación que duró hasta su muerte -en Suiza, el 25 de diciembre de 1977-, tuvo ocho hijos: Geraldine, Michael, Josefina, Victoria, Eugene, Jane, Annette y Christopher.
Genio y obra
De sus padres obtuvo la vena artística que lo guiaría en su vida, pero Chaplin además de adquirir la destreza en la tradicional especialidad inglesa de la pantomima, también se desarrollaría en otros ámbitos.
Mientras que estuvo en la compañía Karno aprendió a tocar violín y violenchelo, además de tocar piano. Su interés por la música fue más allá y se fortaleció tras escuchar por primera vez ópera en los Estados Unidos. Incluso en 1916 creó la Compañía de música de Charles Chaplin, la que cerró por encontrarse más preocupado en su producción cinematográfica.
Chaplin también logró expresarse a través de las direcciones musicales en sus películas. Él no quería la música “divertida” en la que pensaban los arreglistas, él quería buscar el quiebre entre la música elegante y las situaciones del vagabundo. El músico de oído no podía escribir las notas en papel, simplemente las sentía.
Pocos pueden decir que dirigieron, produjeron, actuaron, compusieron la música y escribieron los guiones de sus películas: uno de ellos es Chaplin.
Chaplin y el Perú
Lo más cerca que estuvo Charlie Chaplin de Sudamérica fue en México. En Perú, anda en boca de todos: las galletas “Chaplin” son un clásico para los viajes en combi. Su hija Geraldine comprobó la existencia de las míticas galletas a su llegada a Lima para el Festival de Cine en el 2011.
El 24 de mayo de 1929, El Comercio publicó una entrevista titulada “Vagabundiando con Carlos Chaplin” (sic). En el se detalla el recorrido del redactor y Chaplin entre un sauna y un restaurante, y lo retrata nostálgico cantando un tema en lengua vasca “que nadie sabe dónde aprendió. Ha vuelto la alegría; la sala se va desalojando cerca de nosotros, una familia de Los Ángeles escucha y observa a Chaplin”.
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José Carlos Mariátegui y César Vallejo admiraron la obra de este genio del cine en “La quimera de oro”. Dice Mariátegui en “Esquema de una explicación de Chaplin” (1928): el arte de Chaplin es gustado, con la misma fruición, por doctos y analfabetos, por literatos y por boxeadores, por los de la mayoría y las minorías.
Mientras que nuestro Poeta Mayor hace lo propio en “En pos del oro, la obra de mayor anchura estética de Chaplin”(1928): Sumo poeta de la miseria humana, pasa por la película de espaldas a sus dólares. Un avatar del arte le ha hecho pobre de ellos, grande de ellos. El actor aquí, como en ninguna otra de sus películas, es absorbido totalmente por el personaje.
Si nos detuviéramos a analizar la complejidad de su obra, no bastaría solo un texto. Chaplin rebasó los límites del cine de su época, el mudo, para entregar al mundo lo que mejor sabía hacer: dar su vida al arte.
Más aún, Chaplin se muestra allí como un puro y supremo creador de nuevos y más humanos instintos políticos y sociales. Si así no se le ha comprendido aún, la historia lo dirá. (César Vallejo).
(Pamela Loli)
Fotos: Agencias / Archivo Histórico El Comercio
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