Demasiado reservado para conocerlo en un instante. Su nombre inspira miedo y hospeda la parálisis del alma. Por 27 años dirigió a Venezuela bajo un régimen fuerte que lo perfiló como el caudillo del siglo 20: Juan Vicente Gómez, El Benemérito, que traduce "digno de galardón", adjetivo colocado por alguno de los aduladores de oficio, que en todo tiempo existen. De labios finos, abundante bigote, 1,78 metros de estatura y 81 kilogramos de peso, se consideraba inmortal e importante. Era maniático con su hora para levantarse (5am) y acostarse (9pm), y solía tratar a sus amistades bajo el lema “ni tan lejos, ni tan cerca”. Amante de las peleas de gallos y banquetes, creyente pleno en Dios.
Cual semental, se discute si tuvo entre 28 a 70 hijos, sin casarse nunca, aunque se especula que llevaba la cuenta perfecta, y supuestamente le entregó una lista de todos sus vástagos al suegro del expresidente Rafael Caldera. Para su orgullo, vino al mundo un 24 de julio de 1857, igual día que El Libertador, quien lo hizo pero en 1783. Y por casualidad, también murió como el padre de la Patria: un 17 de diciembre, pero de 1935.
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