En la víspera de la navidad de 1830,
murió Simón Bolívar.El
Libertador no pudo disfrutar de sus últimas navidades, pero de cualquier modo
en las condiciones en las cuales se encontraba, no hubieran sido sus mejores
pascuas. Bolívar, de pequeño y de grande, vivió varias navidades difíciles,
aunque no le faltaron las alegrías.
En los tres
primeros años de su vida nada extraordinario sucedió en su casa durante las
fiestas dicembrinas, más allá de los usos y costumbres que una buena y
acomodada familia mantuana tenía como obligaciones sociales. Ya en 1789 murió
su padre y debido a su eminencia social y política, aquella navidad estuvo
enlutada para toda la familia.
En 1792 ese
luto se repitió al morir su madre y su situación se dificultó porque quedó
huérfano totalmente. También las navidades de 1793 serían tristes, pues murió
su abuelo Feliciano, quien era su tutor. Ese año estuvo más solo que nunca.
MEJORES
TIEMPOS
Todo sería
difícil en 1792 cuando esa navidad la festeja con su grado de Subteniente de
las Milicias de Aragua y 1798 será navidad de toda la familia unida porque
empezando 1799 viajará a España.
Las
navidades en la corte española son pródigas y para él serán especiales en los
años 1799 y 1800, pero el amor se sembró en su alma y todo es más difícil
cuando la amada no está. Por eso aquella navidad de 1801 la pasará solo y
triste en la gran ciudad de Bilbao.
En 1802
vivirá sus únicas navidades de casado. A la alegría del amor se sumó el hecho
de que el 16 de diciembre, asciende a teniente. En 1803 será la muerte de María
Teresa y en diciembre de ese año será el desembarco en Cádiz donde en medio del
dolor, vivirá aquellas fiestas navideñas.
Los años
siguientes los pasará viajando guiado por su causa, desembarcando en diferentes
sitios y enfrascado en la lucha independentista. Hasta que al final la muerte
lo sorprende en sus últimas navidades, en Santa Marta, Colombia, solo, triste,
esperando la reivindicación de la historia que no tardaría en llegar y darle el
lugar que merece dentro de la gesta americana.
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