Pedro Estrada, al margen de lo que puedan unos y otros pensar sobre él, era en aquel momento, agosto de 1951, el candidato ideal para ocupar el cargo: Inteligente, eficiente, leal a sus superiores y con un estricto sentido de la defensa del orden al que servía. Muy pronto los enemigos del régimen militar sufrirían el rigor de su accionar y muchos temblarían de miedo al solo oír pronunciar su nombre.
lunes, 25 de noviembre de 2013
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