Por:Homero Pérez Aranaga
La realidad venezolana tanto a nivel de conjunto o país como en lo
regional y local presenta la paradoja de un país inmensamente rico en
posibilidades, grandes riquezas naturales, una población joven, inteligente con
una situación geográfica privilegiada que ha recibido de los recursos de su
subsuelo una fabulosa renta a través de la cual ha generado progresos
innegables pero acumulando en el tiempo un empobrecimiento alarmante y una
clara conclusión histórica: los venezolanos no hemos sido capaces de expresar a
plenitud nuestro gran potencial material y humano de manera de poder
considerarnos un país desarrollado en forma integral y sustentable.
En la dinámica de esta paradoja del gran potencial irrealizado y de las
consecuentes realidades de pobreza, privilegios, improductividad, injusticia e
inequidad tiene influencia vital el hecho de arrastrar los venezolanos un
conjunto de fallas y contradicciones estructurales con un gran contenido y
sentido histórico que como nación no hemos analizado ni comprendido a plenitud
y significan un grave peligro para una de nuestras más grandes conquistas
históricas: el proceso de continuidad democrática iniciado en 1958 y sus
inmensas posibilidades de cambio demostradas durante 40 años especialmente la
descentralización política y administrativa iniciada en 1989.
Los venezolanos hemos permitido que nuestra evolución como país haya sido
secularmente condicionada por elementos como el caudillismo, el mesianismo, la
hipercentralización política y administrativa, la indiferencia, el facilísimo,
y el deseo de riqueza fácil en vez de los resultados acumulados en el tiempo
todo lo cual genera un tejido de aspectos estructurales y coyunturales,
políticos, económicos, sociales y culturales y de estructura psicológica y
personalidad que no nos permiten generar un proceso sostenido en el tiempo de
reformas y transformaciones. Esta dinámica
señalada que genera esa situación continua de improductividad, inequidad e
injusticia de no recibir una respuesta determinante de cambio amenaza con
arrastrarnos a graves desequilibrios políticos y sociales que significarían un
serio retroceso histórico.
Ante esta convicción y esta realidad venezolana del potencial
irrealizado, de un conjunto de contradicciones históricas no resueltas, en
nuestra evolución como país y nuestra gran vocación de cambio en libertad
presentamos este análisis político sobre Venezuela y la región zuliana
convencidos de que con urgencia debemos analizar y conocer nuestros procesos
históricos nacionales y regionales para obtener un mayor grado de madurez
existencial como país que nos permita elaborar y llevar a la práctica con coherencia
y visión compartida un gran plan estratégico nacional y regional de desarrollo
integral y plenitud democrática.
Sustentados en nuestra democracia y el maravilloso capital humano e
infinitos recursos materiales nacionales y regionales tenemos la obligación
moral con nosotros mismos y nuestros descendientes de una vez por todas impedir
el que continuemos desperdiciando talento, riqueza y oportunidades generando, a
través de la participación responsable y solidaria desde lo local a lo
nacional, la fuerza histórica de creatividad, justicia y eficiencia que
definitivamente nos transforme en un país desarrollado integralmente en
plenitud democrática.
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