En 1910 es inaugurada la Escuela Militar en su sede de La Planicie por el Presidente Gómez. La intención de profesionalizar al Ejército Nacional ya estaba patente. Es en ese momento cuando Gómez autoriza la llegada de una misión militar de instrucción, encabezada por el Coronel chileno Samuel Mc Gill, quien cumplirá un papel preponderante en esta reorganización.
El Coronel Mc Gill, nombrado Instructor General del Ejército Nacional, junto con el Inspector General del Ejército, General Félix Galavís, se dedica a formar a los futuros oficiales venezolanos desde la Escuela Militar, donde el chileno también ejercía el cargo de Comandante del Cuerpo de Cadetes. De esta rígida formación saldrán muchos oficiales, más o menos actualizados en el arte de la guerra moderna, inclusive dos de ellos llegaron a ser, aunque no del mismo modo, Presidentes de la República: Isaías Medina Angarita (promoción de 1914) y Marcos Pérez Jiménez (Nº 1 de la promoción de 1933). Mc Gill, de formación netamente prusiana, imprime al ejército el sello característico del modelo prusiano del casco de penacho y el paso de ganso. Esto, completado por la conocida germanofilia del Presidente Gómez, viene a consolidar la influencia de la escuela prusiana en el ejército venezolano. Tanto estaba imbuido Mc Gill en el arte prusiano, que un historiador lo llamó “el más prusiano de los prusianos del Ejército Nacional” (Carlos Pérez Jurado, en su ensayo “Gómez, gomecismo y Ejército Nacional”, página 13).
En sus memorias, el Coronel Mc Gill hace unos comentarios que reflejan la situación del ejército venezolano cuando llegó:
“
Desde la época gloriosa de las guerras de la Independencia, en que el Ejército de Venezuela paseó victorioso su bandera por todo un Continente, el Ejército había ido degenerándose hasta el punto de apenas ser digno de este nombre, todo por las constantes conmociones políticas, en que se veía envuelto constantemente el país. Se mantuvo la institución en tal atraso y abandono, que en la mayoría de los cuarteles los soldados dormían en el suelo por carecer de camas, los edificios destinados a tales fines carecían de toda clase de confort para la vida de las tropas. Se les mantenía en la mayor ignorancia, eran masas analfabetas. Para su aseo corporal eran llevados a los ríos más cercanos y allí aprovechaban para lavar las ropas que llevaban puestas, las secaban al sol y luego esperaban para volvérselas a poner. No usaban zapatos, sino alpargatas; los zapatos sólo se ponían incidentalmente, en el caso de tener que rendir honores a algún personaje nacional o extranjero o para asistir a algún entierro decretado por la superioridad militar. La oficialidad, como uniforme, llevaba generalmente una blusa azul abotonada en el cuello, por debajo un chaleco, el pantalón muchas veces era civil, la cabeza cubierta por un pequeño kepis, estilo francés y terciado en el hombro un machete que colgaba de una banda de tela tricolor como de 10 centímetros de ancho. Este cuadro no podía ser más desalentador para el espíritu de un buen patriota”. En 1913 se crea la Oficina Técnica Superior del Ejército, la cual se va a encargar de la elaboración de la doctrina militar, la organización y la instrucción del ejército. Mc Gill formó parte de ella.
Se decreta el Reglamento de Uniformes del Ejército en 1912, en el cual se establecieron tres uniformes: gala, diario y campaña. La confección era del más riguroso estilo alemán: en el uniforme de gala predominaba el color de fondo: el azul de Prusia; en el de diario, el color era de dril kaki o gris; y en el de campaña predominaba el color verde aceitunado. Las alpargatas (calzado rudimentario usado por los campesinos en Venezuela, referidas por Mc Gill ut supra) lentamente son sustituidas por los zapatos, pero no totalmente. Por esta razón, y por el hecho de la “prusianización” del ejército, el escritor venezolano José Rafael Pocaterra llamó a los soldados venezolanos de esa época “la Kultur en alpargatas”.
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